• “Se han fundido en un tipo que se llama como el auténtico quizá Quijada, quizá Quijano y acabará denominándose D. Quijote. El pueblo donde nació es Esquivias, pero ya la pista era demasiado clara para completarla con ese detalle. Será un lugar de la Mancha de cuyo nombre...”

 Fernando Díaz-Plaja

 


 

Cervantes, después del cautiverio y llegar a Madrid, preguntaría por su amigo y profesor, Don Pedro Laínez, enterándose de su muerte. Su esposa, Doña Juana Gaitán, al enviudar, se marchó a Esquivias con su tío, donde años más tarde se casó con uno de aquí, según consta en acta, en los archivos de la parroquia de este pueblo. La casa del tío de Doña Juana es hoy la de Alfonso Sánchez..

Hay dos versiones en la tradición: una, que vino a Esquivias con unos estudiantes, a ver a la viuda; y otra, que vino con unos arrieros de Borox, a ver a su primo, Juan de Cervantes, que ocupaba un cargo importante en los Reales Bosques de Aranjuez, y tenía casa en Borox (hay que tener en cuenta que todo lo del Patrimonio lindaba entonces con Esquivias y Borox).

En uno de estos viajes coincidió con D. Juan de Palacios, tío de Doña Catalina, que solía pasear siempre por la arboleda de la fuente Omvidales, que era el paseo de la aristocracia del pueblo, al ir o venir de Borox. Saludó al cura y charlaron. Tan versado en letras D. Miguel, se captó su simpatía a D. Juan, y de ahí nació su amistad.

La otra, que vino, como anteriormente se dijo, con unos estudiantes, a visitar a la viuda de D. Pedro, dama que gozaba en Esquivias ya de buenas amistades, y sobre todo, con los Quijadas y Salazares.

Vino ya Cervantes muy a menudo, porque le pidió Doña Juana, le prestase y vendiese el “Cancionero” que tenía escrito su marido, y con su muerte no lo pudo imprimir.Se dice conoció a Doña Catalina un día, a la salida de misa, y le preguntó a la Gaitán “¿Quién es esa moza?”. De ahí parte su interés por conocerla. Doña Juana la llamó, pues era muy amiga suya, se la presentó y charlaron.

Doña Catalina quedó prendada de él. En sus frecuentes entrevistas, Cervantes fue tan noble y caballero, que viendo la pasión que le mostraba, le aconsejó que viese que, por su mala suerte en la vida, él se encontraba sin oficio ni beneficio; que se le quitaran de la cabeza aquellas ideas.

Ella, hija de un hidalgo, en cuanto se enterasen, se opondrían. No sirvieron razones. Tanto le acosaban la viuda y ella, que cedió ante la insistencia, de si no la quería, Don Miguel le demostró su afecto y agradecimiento, despertando en él, cariño y necesidad de esposa. Vino el noviazgo, se opuso su madre y su hermano Francisco, el que más tarde fue cura, teniendo disgustos en la familia. La madre, en cuanto le vio, le insultó y le dijo era un escritorcillo fracasado que venía engatusando a su hija para llenar la andorga y asegurarse el puchero.

Esto fue lo que más ofendió a Cervantes, que creyese venía por el interés, cuando él, noblemente, le dio buenos consejos. Creemos que por eso no mienta a Esquivias en su obra, aunque luego en ella, da realeza disfrazada y deja que todos los pueblos se la disputen.

Ya Don Miguel, en sus visitas, se había ganado a toda la aristocracia del pueblo o hidalgos. Todos influyeron en su favor, incluso los tíos de ella, los Quijadas y Salazares. Autorizaron sus relaciones por Mayo; tuvo que hablar por la reja, según costumbre, y al mes o así, le dieron entrada a la casa. Duró su noviazgo unos seis meses. El 12 de Diciembre de 1.584 los casa su tío, el cura Don Juan de Palacios.

Van a vivir en la planta baja de la casa de su tío, Alonso Quijada. Doña Catalina se crió con él, y éste les cede la casa, quedándose él en la planta alta.

Si se fijan los cervantistas, nadie de la familia fue a la boda, sólo el sacristán, el cura y el escribano. Estaban muy enfadados, hubo una discusión porque iba a salir de novia de la casa de su tío Alonso, pero dijo la madre que, eso no, que aún tenía sus padres y salió de la casa que es hoy de Manuel González y Domingo Salas.

Cervantes, ya siendo novios, escribía en el Huerto de los Perales, mientras ella riega sus alcachofas y rosales. Quizás fuesen sus Novelas Ejemplares, pues, vean sus escritos, parten del 1.584. Es tanto el cariño que le tiene al Huerto Doña Catalina, que sus padres se lo dejan en la carta dotal cuando se casan.

 

Partida de casamiento

“En 12 de diciembre de 1584, el reverendo Sr. Juan de Palacios, desposó a los Sres. Miguel de Cervantes, vecino de Madrid y Doña Catalina de Palacios, vecina de Esquivias, testigos, Rodrigo Mexía, diego Escribano y Francisco Marcos. El doctor Escribano, rubricado.”

Esta partida de matrimonio se halla en un libro encuadernado en pergamino, folio 95, libro de difuntos y matrimonios, año 1578 y 1607.

Su protector, el Conde de Lemos y el Arzobispo Sandoval le consiguieron al casarse un cargo de recaudador de alcabalas y propios (hoy, recaudador de contribuciones), para que vea su suegra no iban a vivir a costa de ella, como le dijo. Le dieron la Mancha Baja y algunos pueblos de Ciudad Real, que pertenecían al Arzobispado de Toledo.

Salía de Esquivias a cobrar en un caballo flaco de Don Alonso, que lo tenía sólo a paja; la mayoría en una borriquita del tío Zancas, que le ponía su montura, estribos, alforjas y manta zamorana. Sus salidas las hacía para cuatro o cinco días. Los domingos siempre le gustaba estar en el pueblo. Pernoctaba en posadas y mesones: de ahí parte para remate, las tertulias con los arrieros y gente de todas clases, que pasaban las veladas contando chistes, cuentos, peripecias de la vida... Todos estos datos y hechos los recoge Don Miguel y observa para su obra.

Por todas partes fue escribiendo y tomando notas para su obra. Una vez, su criada, María Ugena, le dijo a Doña Catalina que había visto al señorito que tanto escribía, unos papeles que le parecía, hablaban de su tío Sancho. Doña Catalina le dijo que quizá, porque me ha dicho iba a escribir un pasillo cómico de ellos, porque siempre estaban discutiendo y diciéndose cosas y luego terminan abrazándose, pero don Miguel guarda en su arcón todos sus papeles y echa la llave; es su manía escribir, como mi tío leer novelas.

Copia las locuras de su tío, pasea por las fincas de su suegro y tíos y las hace vivir en nombres en su obra. Elige la misma Dulcinea, su propia esposa: la quiere con lástima, con paternal cariño, con el amor a la bondad. Él sabe que por encima de los consejos y disgustos, ella le ama, le admira, le quiere proteger y respeta. Bastante ha sufrido. Quiere darle todos los gustos. El se encuentra a disgusto por lo que la suegra le echó en cara, es muy sentido. Se liman asperezas, y de los treinta y dos años que vivió aquí, ya los últimos vivió más tranquilo.

Don Miguel quiere desvirtuar y confundir algo. Los lectores dirán, ¿Cómo puede ser su mujer, si en el pasaje de las mozas del Toboso, cuando él se arrodilla, le dio mal olor a ajos?. Pues, tengan presente, que los desayunos en casa de Don Alonso, unas veces eran pan tostado a la lumbre y restregado ajo y aceite crudo y café con leche. Otras, patatas y huevos fritos, esto es lo que más comía Cervantes. A veces, migas con torreznos, bacalao con cebolla, palominos, etc.

Este salió de Esquivias el día 10 de Abril de 1.616 y viendo que no venía según costumbre, que estaba en Madrid a sus asuntos tres días, Doña Catalina dijo a unos arrieros se pasaran por la calle de León, por casa de sus cuñadas y preguntasen por qué no venía. Estos le trajeron recado que estaba mal de su enfermedad (padecía de hidropesía).

Se fue ella al día siguiente. Estuvo hasta su muerte, entierro y funeral. Murió el día 22 y le enterraron el 23 en Las Trinitarias. Ella le quiso tanto que deja en testamento que la entierren con él. Así lo hacen a su muerte.

Los demás personajes de la obra están enterrados en la Iglesia, ante los altares de las hermandades a que pertenecieron. El cementerio del pueblo fue en aquellos tiempos lo que es hoy jardín de la Iglesia.